Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Mª Stma. de los Dolores

(Escacena del Campo)

La banda le pone los sones desde el año 2009

Historia:

La Antigua y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Virgen María del Monte Carmelo, Dulce Nombre de Jesús y María Santísima de los Dolores, tal y como la conocemos en la actualidad, conforma el resultado histórico de la unión de dos hermandades que se fundaron casi en una misma época y que formaron hasta el año 1966 dos corporaciones totalmente independientes. El devenir de los acontecimientos históricos, dentro del seno de cada una de ellas, propiciaron la decisión de fusionarse en una sola, aunque manteniendo las señas de identidad que habían hecho posible el que, prácticamente cuatro siglos después de sus fundaciones, aun permanecieran existiendo y formando parte importante de la vida parroquial y social de Escacena del Campo. Las hermandades en una población pequeña, como es la nuestra, están tan íntimamente relacionadas con la vida espiritual e incluso cotidiana de toda la población, que se encuentran ligadas, sin solución, con el diario transcurrir y quehacer de los parroquianos. Y las hermandades que sirven de origen a la nuestra, son un claro ejemplo de ello; la devoción que se profesa a nuestros Titulares alcanza a constituir un foco de fervor al que acuden no tan solo los hermanos, sino mas bien podríamos afirmar sin temor a errar, toda la población, que siente, por la tradición religiosa recibida, por el entendimiento en Su contemplación o por razones que escapan de ser enumeradas, como, justo en el centro de una sociedad que aviva a sus miembros a la comodidad de una secularización de espaldas a la Fuente de nuestra existencia, sigue manteniéndose encendida la luz que crearon nuestros antepasados, en forma de hermandad, y que desde ella se continúa trabajando para que a través de la reflexión y el entendimiento de la Pasión de Cristo y los Dolores de su Santa Madre, alcancemos a formar parte de los nuevos cristianos de los que habla la nueva evangelización, preconizada por nuestra Santa Madre la Iglesia.

 

Pero, atendiendo a la línea general que ha de guiar esta reseña, comencemos por enunciar, en un principio de manera separada, hasta llegar a su unión, un breve resumen histórico de las hermandades que hicieron posible la nuestra.

La antigua Hermandad, del Dulce Nombre de Jesús, fue fundada entre los años 1571 a 1580 por el Arzobispo D. Cristóbal de Rojas y Sandoval. La razón de no conocer con exactitud la erección canónica inicial de la misma se debe a la falta, por el momento, del hallazgo de ese documento, aunque se sabe del mismo mediante la atenta lectura de un testimonio fechado el 2 de diciembre de 1783, otorgado por el escribano de Escacena del Campo, Don Francisco Martínez y Salazar, en el cual, al reproducir las reglas aprobadas a la hermandad en el año de 1629 por el Arzobispo D. Diego de Guzmán, se hace referencia a la erección de la misma por el antedicho Arzobispo De Rojas y Sandoval, cuando lo fue de Sevilla y, al hallarse el mismo en posesión de su cargo entre los años de 1571 a 1781, es del todo probable que fuese en ese intervalo de tiempo cuando se erigiese la hermandad. La misma quedó establecida desde sus orígenes en la Iglesia del Sr. San Salvador de esta villa de Escacena del Campo.

 

Nuestra Señora de los Dolores procesiona con el Nazareno la madrugada del Viernes Santo

Algunos años después, en 1.637, se funda la Cofradía de Jesús Nazareno y de la Virgen María del Monte Carmelo, la cual se establece en el Convento de Padres Carmelitas de la Primitiva Observancia de esta villa, bajo licencia del Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla, D. Gaspar de Borja y Velasco. Sin embargo y a pesar de haberse tenido la oportunidad de refutar verbalmente el acontecimiento que nos ocupa con historiadores de la Orden del Carmen, aun no se halla en poder de la Hermandad al menos una copia del documento original de la erección, aunque es indudable la certeza documental de los archivos carmelitanos.

Aquellos primeros cofrades de esta Hermandad, impregnados de la espiritualidad de los religiosos del Carmen, juntaron el título de la Virgen del Monte Carmelo al de Jesús Nazareno para ganar las gracias y favores del Santo Escapulario Carmelitano y perpetuar así, la obra apostólica de estos religiosos en nuestro pueblo.

El Padre Juan de las Ruelas, a la sazón Prior del Convento de Nuestra Señora de Luna, que así se llamó el referido anteriormente, en su libro "Hermosura corporal de la Madre de Dios", Sevilla de 1.621 y del cual se conserva una copia en la Biblioteca Colombina de Sevilla, decía que el primitivo Convento de Carmelitas de Escacena, fundado en 1.416, en la Ermita de Ntra. Sra. de Luna, que se hallaba en el lugar denominado "Prado de Luna", estaba separado del pueblo por la misma distancia que mediaba entre la Casa de Pilatos y el Gólgota. Ante el conocimiento de este hecho, los frailes Carmelitas instauraron lo que luego llegó a ser una piadosa tradición, "El camino de la cruz”, que cobró gran fuerza devocional entre los vecinos, siendo mucha la gente de toda la comarca que con fervor y sentimiento religioso, andaba esta senda, del pueblo al convento, todos los viernes del año y principalmente los de Cuaresma.

La existencia de este "Vía Crucis", es un hecho, que sin duda alguna, fue una de las causas que propició la creación de la Hermandad, sobre todo al observar que la erección de la misma ocurre dos años antes del traslado definitivo de los frailes al nuevo Convento y Santuario del pueblo, que estuvo ubicado en la calle Manzanilla, donde a buen seguro, quedó establecida la Cofradía desde su inicio, siendo en el año de 1.639 cuando los religiosos del Carmen se establecen definitivamente en su nuevo hogar, como lo demuestra el hecho de que las obras se concluyeron el 31 de Julio de ese mismo año, siendo Prior el R.P. Fray Jacinto del Castillo, quien bendijo la Iglesia dedicándola a la Virgen de Luna.

Pues teniendo en cuenta todo esto, lo cierto es que la creación de la Cofradía ocurre en la encrucijada histórica del traslado de los frailes al pueblo; quizás porque estos, conscientes de que al quedar deshabitado el primitivo convento y ermita, vendría a menos hasta desaparecer, el piadoso ejercicio de aquel Vía Crucis; y alertados por esta circunstancia, infundieron entre los más devotos la idea de la creación de una hermandad que en cierto modo perpetuase entre los fieles aquella devota y fervorosa tradición, y que tendría como fin primordial la contemplación del misterio pasional de "El camino de la cruz".

 

A mediados del siglo XVIII, cuando se propaga con especial auge la devoción a la Virgen de los Dolores, en gran parte impulsada por la rica doctrina espiritual de la Venerable Orden Tercera de Servitas, focalizada en la Iglesia de San Marcos de Sevilla y expandida también por la provincia de Huelva, ésta Hermandad se deja influir por la devoción popular de la época, quedando impregnada de este influjo y sumándose a dicha devoción con la adquisición de esta nueva y piadosa advocación mariana, sin que por ello se diese vinculación alguna con la mencionada Orden Servita. La cofradía entonces representaba bajo palio a una Imágen de María Santísima de los Dolores, cuyo autor se desconoce, desaparecida en los sucesos de la guerra civil y acompañada por una imagen de San Juan, que corrió la misma suerte y de la que tampoco se conoce su autoría.

Tras la exclaustración de los Carmelitas, acaecida a mediados del siglo XIX, la Hermandad tuvo que abandonar el Convento y establecerse en la Iglesia Parroquial del Divino Salvador, sede que conserva hasta nuestros días, ocupando capilla en dicho templo, ubicada en la nave de la Epístola del mismo.

 

Imagen del Dulce Nombre. Procede de la fusión con esta Hermandad a finales de los 60.

Antaño, la Cofradía representaba en la calle un gran “auto de fe" que se componía de diversas escenas como lo eran: “El Sermón de la Sentencia” proclamado por un religioso antes de la salida penitencial; la representación de las “Cajas", que consistía en que varios penitentes provistos de trompetas y tambores, recorrían las calles durante la madrugada del Viernes Santo, en las horas previas a la salida penitencial, para mantener a la población en vela en la noche de pasión; “Las caídas de Jesús en el camino del Calvario", que se representaban mediante la inclinación de la parte delantera del paso, por tres veces, a lo largo del recorrido; y el Encuentro de Jesús con su Madre en la Vía-Dolorosa, que se llevaba a cabo en la Plaza del Ayuntamiento, y donde a la vez se celebraba el Sermón, conocido popularmente como “de la plaza”. Actualmente sólo se conservan estos dos últimos actos, "el encuentro" y "el sermón".

Sin duda alguna, toda esta escenografía que la Cofradía atesoraba, eran la reminiscencia de un gran auto de fe, que a buen seguro, tendría mucho que ver con la influencia y la enseñanza de los Carmelitas, que se esforzaron en catequizar al pueblo mediante la plasticidad de las escenas pasionales, muy en consonancia con la pastoral de aquellas épocas de los siglos XVI y XVII, emanada del Concilio de Trento, y que en nuestro caso se continuó celebrando en las centurias posteriores.

A finales de la década 1920-1930, la devota Sra. Dª María Josefa Muñoz Pichardo, otorgó un testamento en el que se legaba a la hermandad una dote para que no faltase el Septenario a María Stma. de los Dolores.

En 1.942, se reorganiza la Cofradía que había quedado en gran estado de postergación, tras la destrucción de sus Imágenes y enseres por los sucesos de la Guerra Civil. En esta reactivación jugó un importante papel, la labor de animación que llevó a cabo, entre los hermanos, el incansable Párroco D. Alberto Díaz García y la devota Sra. Dª María del Carmen Herezuelo Román, la cual costeó de su propio peculio, la nueva Imagen de Ntro. Padre Jesús, que ella misma había encargado al escultor D. Agustín Sánchez-Cid. Dicha Imagen vino a sustituir a la que hasta su desaparición había sido foco de veneración incesante en Escacena, atribuida al circulo de “La Roldana”. Y, desde la llegada a la población de la nueva Imágen, se cumplió sobradamente las expectativas del encargo, convirtiéndose en el centro de la devoción pasionista de Escacena, mitigando con la dulzura de su mirada la dureza de una vida por aquél entonces difícil y amasando con su zancada recta y segura, el camino que ha hecho posible a cientos de escaceneros, durante generaciones, el encontrar, a través de la Imagen, una manera fácil de acercarse al Misterio que representa.

En 1.947, se adquirió la actual Imagen de María Stma. de los Dolores, obra del escultor D. Antonio Bidón, la cual fue restaurada en el año 1976 por D. José María Cerero y, finalmente, ha sido nuevamente restaurada y reencarnada de manera ciertamente exquisita por el joven artista onubense D. David Valenciano Larios, el cual ha devuelto a la imagen a su primitiva concepción artística con un resultado que ha cautivado a toda la población. Dicha restauración, que hubo de ser atendida con carácter de muy urgente debido al masivo ataque de xilófagos que sufrió la imagen, se ha llevado a cabo en el año de dos mil uno, retornando la imagen a la Iglesia Parroquial días antes de la Semana Santa.

En el año de 1.966, la Antigua Hermandad del Dulce Nombre de Jesús, que popularmente siempre ha sido conocida como la del “Niño de Dios”, se fusiona con esta por expreso deseo de sus hermanos, formando ambas a partir de entonces una misma Corporación, bajo la aprobación del párroco D. Juan Miguel Rivas de Dios, en observancia a la fraternidad y vinculación que ambas habían tenido desde siempre.

 

Hasta la década comprendida entre 1965-1975 la Imagen del Dulce Nombre siguió procesionando por las calles de Escacena, unas veces el Jueves Santo y otras el Domingo de Ramos. Pero el desarrollo de la sociedad, que siempre lleva implícita la desaparición de los valores que hacen posible el mantener vivos los elementos que dotan de sentido una cofradía en la calle, pasó dejándonos el vacío de la desaparición de dicha procesión. Es en estos días, cuando la hermandad vuelve a recobrar una vida mucho mas activa, cuando se está planteando no solo la posibilidad, sino más bien la necesidad, de retomar con ilusión la posibilidad de que, en alguna ocasión, se recupere para Escacena la salida de la Imagen del Dulce Nombre, como si de una deuda histórica llamara a nuestros corazones con la fuerza de mas de cuatrocientos años de vida.

En 1.988, se practicaron obras de restauración en la Capilla donde se encuentran expuestas al culto nuestras Imágenes Titulares, dentro del templo parroquial, siendo sufragado el coste de estas por la devota hermana y benefactora, Dª Carmen Oca Ortega.

En la Cuaresma de 1.992, esta Hermandad conmemoró el cincuenta aniversario de la Bendición de la actual Imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno, para lo cual se celebraron distintos eventos de tipo religioso, formativos y culturales, que tuvieron gran y satisfactoria repercusión entre los hermanos y fieles en general.

Esta Hermandad ha llegado hasta nuestros días como Corporación emblemática y de gran raigambre religiosa en el pueblo. En la actualidad, vive una época de florecimiento y esplendor en todos los ordenes. Las Imágenes Titulares de la Cofradía gozan de singular devoción y fervor entre el pueblo, especialmente la de Jesús Nazareno que ha cautivado de manera sublime y con la fuerza de su atracción, los corazones de los escaceneros. La Hermandad de Jesús, como popularmente se la nombra, es un ente vivo, referente para aquéllos “nuevos cofrades” que desean iniciarse en el mundo de las cofradías y, ante todo, un grupo joven y dinámico que ha sabido conjugar el legado de la historia con la luz que emana las mas recientes directrices de la Iglesia, promulgadas en aras de una nueva época mas real, mas profunda, mas total del cristianismo, la era del nuevo despertar, la era de la nueva evangelización.

Recientemente ha visto aprobados sus nuevos estatutos o reglas, reconociéndose en ellos por la autoridad eclesial competente la antigüedad y el fervor